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 “Urnas vacías, coronas huecas”

Éxodo Poblano Por: Alex Durán

Estamos a unos días de vivir algo inédito en la historia democrática del país: elegir por voto popular a quienes ocuparán el Poder Judicial. Jueces, magistrados y ministros. Un acto que debería representar el inicio de una justicia verdaderamente ciudadana, pero que amenaza con convertirse en una farsa legitimada por el desinterés.

Mientras algunos personajes —con disfraz de analistas— incitan a no salir a votar, el país se encamina al nombramiento de juzgadores que quizá consigan su cargo con menos del 1% del total del padrón. La pregunta es inevitable:
¿Puede alguien administrar justicia con tan poco respaldo ciudadano?
¿Será legítimo un juez elegido por unos cuantos miles en un país de más de 90 millones de electores?

La gran promesa de este proceso es: «tener una justicia más justa». Pero como diría Julia Domna —la protagonista de Yo, Julia, de Santiago Posteguillo—:

«El poder sin virtud es solo el arte de mantener la apariencia.»

Julia entendió que gobernar no era cuestión de títulos, sino de visión, estrategia y carácter. Supo navegar en un mundo de traiciones, pasiones y discursos huecos… justo como nuestro presente.

Los dados ya están sobre la mesa. Pero no ignoremos las piezas que se mueven en lo oscuro: acarreospresiones territoriales, y simulación ciudadana disfrazada de democracia.

Y aún así, pese al cinismo, tenemos que salir a votar. Porque si no lo hacemos, le entregamos el martillo del juez a cualquiera que sepa mover estructuras… no conciencias.

Reflexión final:
México necesita algo más que abogados de toga impecable y latín en la boca.
Necesita personas justasíntegras, con el coraje de resistir a los intereses de la burbuja del poder.

Porque cuando la justicia se convierte en botín político, el pueblo deja de ser libre y empieza a ser rehén.

 Quedamos pendientes, pendientes.

P.D. Por cierto… hasta en Coapa caen los que se creen eternos.

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