ÉXODO POBLANO

Columna de Alex Durán
Título: Cónclave Poblano
La Feria de Puebla 2025 se perfila como un evento histórico. Con proyecciones de 1.8 millones de visitantes y una derrama económica estimada en 7,500 millones de pesos, no solo confirma su relevancia cultural, sino que también fortalece la economía y la imagen del estado a nivel nacional.
Artistas internacionales como Maroon 5, The Killers y Scorpions encabezan el elenco de este año, con conciertos que podrían reunir hasta 100 mil personas diarias y una ocupación hotelera del 95%. El gobierno estatal ha demostrado que, con planeación, visión y liderazgo, se pueden lograr resultados extraordinarios.
Por su parte, Gabriel Chedraui, secretario de Desarrollo Económico y Trabajo, reafirmó que la planta de Audi en Puebla no está en riesgo, destacando la relación de décadas entre la industria automotriz y el estado. Estas palabras no solo calman los rumores, muestran temple, capacidad negociadora y liderazgo económico.
Sin embargo, también es justo reconocer que si estas negociaciones no logran consolidarse y la producción del modelo Q5 migra fuera del país, estaríamos ante un golpe severo, no solo para Puebla, sino para la credibilidad de la actual Secretaría de Economía. El reto no es menor: mantener inversiones globales en un entorno nacional e internacional cada vez más competitivo.
Y es aquí donde la historia de Puebla nos ofrece un espejo: en los años 90, cuando la armadora de Volkswagen amenazó con llevarse parte de su producción a Brasil por conflictos sindicales y falta de condiciones legales estables, la administración estatal tuvo que negociar contrarreloj para evitar una fuga de capital que pudo haber sido catastrófica.
Aquel episodio dejó una lección clara: la inversión extranjera no se asegura con discursos, sino con confianza, certeza jurídica y visión de largo plazo.
Hoy, Chedraui tiene esa misma prueba frente a sí. El margen de error es mínimo y el impacto potencial, enorme. O se consolida como el operador económico que sostuvo la estabilidad industrial del estado… o se convierte en el secretario al que se le fue de las manos una de las joyas de la corona productiva de Puebla.
Puebla y su “cónclave” político
Pero mientras los fuegos artificiales iluminan el cielo poblano, también se viven tiempos de espera, de transición y de definiciones profundas.
Mientras Roma se prepara para un eventual cónclave por la sucesión del Papa Francisco, en México y Puebla también se perciben procesos simbólicamente similares.
Según el INEGI, el catolicismo en México ha disminuido del 88% en 2010 al 77.7% en 2022, reflejando no solo una pérdida de fe institucional, sino un vacío espiritual y de liderazgo auténtico.
Y en Puebla, como en el Vaticano, se espera algo más que un nuevo rostro: se necesita una renovación del alma pública.
Puebla, como México, también vive su propio «cónclave» político. Los ciudadanos observan, reflexionan y esperan líderes que no solo prometan, sino que tengan la sabiduría para conciliar, la valentía para transformar y el carácter para resistir la tentación del poder por el poder mismo.
Pero mientras eso sucede, algunos en el blanquiazul poblano siguen más ocupados en construir narrativas de acusación. Se han dedicado a responsabilizar al PRI y al senador Néstor Camarillo por los fracasos políticos y electorales que se acumulan, como si la culpa del presente fuera solo herencia del pasado.
Lo cierto es que deberían ponerse a trabajar, conectar con la gente y abandonar los discursos acartonados que ya no emocionan ni convocan.
No es momento de ver hacia el pasado con rencor, sino de construir desde el presente con inteligencia.
Quien no entiende eso, está condenado al olvido… o a perder otra elección.
Y como diría Maroon 5…
«Is there anyone out there ‘cause it’s getting harder and harder to breathe…»
Cuando el aire político se llena de acusaciones vacías y promesas sin sustancia, la sociedad comienza a asfixiarse.
Es momento de abrir las ventanas, renovar el aire y oxigenar nuestras instituciones con nuevas ideas, nuevos rostros y una ciudadanía más despierta. En fin… quedamos pendientes, pendientes.